martes, 5 de mayo de 2020

Conciliar tras el coronavirus: vuelta a la casilla de salida

Empecé este blog cuando mis hijos pasaron de bebés a niños y, entre trabajo, casa y colegio, pude tener un respiro. Mi empeño era tratar de allanar el camino a quienes venían detrás, complementar así mi tímido activismo por la conciliación.

Es cierto que en los últimos años, muchos de los motivos que lo hicieron crecer se fueron disipando, pero tras la aparición del coronavirus muchas vidas tal y como las conocimos se hicieron añicos, y lo cierto es que hoy siento que muchas mujeres hemos vuelto a la casilla de salida.

El confinamiento

El 14 de marzo de 2020 se pararon todos los relojes. Mucha gente perdió a sus seres queridos, a los veteranos, a los más luchadores, y eso fue lo peor. Los sanitarios lucharon a destajo, mucha gente estuvo a la altura, otra no. Afloraron bondades y maldades de nuestras vidas urbanas y rurales, sentimos miedo, cantamos juntos y nos derrumbamos por momentos.

Seguimos vivos, es verdad. Pero una vez a salvo, la familia, pareja y los niños, los amigos, echamos un vistazo atrás y miramos adelante, y nos encontramos que ya no estamos en el mismo momento profesional y no lo estaremos.



Conciliar tras el coronavirus

El paro se ha disparado y muchas personas, muchos padres, han perdido su empleo. Siendo honestos sabemos que a las mujeres siempre nos toca una parte mayor cuando el trabajo flaquea: tenemos trabajos más precarios y cobramos menos, somos la parte débil de la ecuación entre vida laboral y familiar.

En mi caso han sido más de dos décadas de buscarme la vida con el trabajo, tratando de criar dos niños, y algunos proyectos en marcha. Buena parte de todo ello se ha venido abajo también con esta crisis, porque ya la denominamos así. Como tantas personas, he perdido lo realizado en los últimos meses, o incluso de años, y no estoy segura de que volvamos al mismo punto de manera próxima.

Pero la realidad es la peor constatación de esta situación. Quienes trabajamos desde casa, o muchos autónomos, nos ocupamos de los niños desde que el gobierno suspendió los colegios sin solución o alternativa posible. Para mí, las horas de mis hijos en el centro escolar eran mi tabla de salvación, lo que me permitía dedicar buena parte del día al trabajo.



Volviendo al principio

Pasadas las primeras semanas, el desánimo vuelve al constatar que las autoridades educativas no tienen la mínima intención, ni siquiera de cara al curso que viene, de restablecer las clases ni ofrecer ninguna solución de conciliación. Pero es que además hay otros elementos que nos ayudaban a conciliar como clases extraescolares, o incluso el comedor escolar, las ludotecas o academias, etc. han quedado igualmente abolidas a golpe de estado de alarma.

Llegados a este punto, volvemos a vernos abocadas a elegir entre trabajar o cuidar a los hijos, máxime cuando el apoyo familiar, basado en los abuelos, ya no es una opción porque son el principal grupo de riesgo. Tampoco podemos encargar comida o comer fuera con la misma libertad que antes del coronavirus, porque la mayoría de estos establecimientos han estado cerrados o con su actividad muy limitada. Lo mismo pasa con empleadas de hogar, cuidadoras u otros apoyos a la conciliación.



Por si todo esto fuera poco, los niños han sido considerados desde el principio un "vector de contagio", injustamente o sin evidencia científica, creándose así una corriente en contra de ellos que los tuvo confinados en casa más de 40 días... ¿Sabemos lo que son tantos días en casa con niños, verdad?. ¿No? Pues os lo cuento...

Los niños necesitan correr, saltar, gritar y moverse. Se les puede entretener a ratos, es verdad, suponiendo que podamos dedicarles ese tiempo, pero al final la situación acaba por desbocarse en algún momento del día y surgen las riñas, las peleas, las rabietas, los roces y los problemas de convivencia, ya que también los padres hemos estado al límite y somos humanos.

Y esto por no entrar a hablar del rol que nos hemos visto abocados a asumir como educadores online, ayudando a los más pequeños a realizar las tareas escolares, imprimiendo tareas, aclarando dudas, escribiendo al profesor para darle cuentas, y un largo etcétera.

Teletrabajo y conciliación

Quienes crecimos en los 80' y 90', nos hemos encontrado con un difícil acceso a la vivienda en las ciudades o falta de oportunidades en el rural, bastante inestabilidad laboral, entornos muy cambiantes y, por todo ello, hemos postergado la maternidad a edades que cada vez más se acercan a la cuarentena.

Vivimos la crisis económica de la primera década del 2000, muchos sectores se vieron especialmente castigados, sobre todo el sector  inmobiliario en todas sus ramificaciones. Cuando el consumo se reactivó y nuevos sectores comenzaban a crear oportunidades emergentes nos damos de bruces con esta pandemia que lo ha cambiado todo. No en vano ya se nos ha denominado "la generación arrollada por dos crisis", como reflejaba El País.



Es verdad que, como ya se ha dicho, la parte positiva de esta crisis sanitaria fue que muchos directivos entendieron que era posible teletrabajar, y que calentar la silla, algo que llevábamos décadas pidiendo quienes hablamos de conciliación, el presentismo, no era sinónimo de ser mejores profesionales.

Conforme avanzan los días y vemos cómo es la reactivación tras este parón, somos conscientes de que muchas empresas que antes iban bien ya no volverán a abrir sus puertas, no hay más que echar un ojo a la hostelería o la restauración, el sector turismo, para ver que se ha retrocedido años.

Hitos de la conciliación

Los principales caballos de batalla de quienes han peleado a nivel asociativo o agrupacional por la  conciliación en las tres últimas décadas han sido las siguientes.
  • Decidir libremente sobre nuestra maternidad /paternidad, sin condicionantes externos
  • Tener horarios de trabajo flexibles y posibilidad de teletrabajo
  • Contar con permisos de maternidad/paternidad más extensos y ajustados a las necesidades reales
  • Contar con permisos necesarios para cuestiones familiares, como en otros países
  • Jornadas reducidas y excedencias, y otras soluciones temporales de conciliación
  • Posibilidades de acceso al mercado laboral tras la maternidad o crianza
  • Formación online y opciones de recapacitación profesional
Cualquiera podría pensar que este confinamiento nos ha propiciado ese tiempo para la conciliación por el que algunos peleamos. Pero la otra cara de la moneda es la imposibilidad de encontrar a fecha de hoy recursos para retomar la carrera profesional donde la dejamos en marzo de 2020, sobre todo porque ya no estamos en el mismo momento. Hemos retrocedido varias décadas atrás.



La oportunidad

En medio de todo este panorama bastante negro, y que a muchos ha dejado enormes cicatrices, hay una oportunidad que quizá podamos visualizar. Nuestra oportunidad se llama teletrabajo, pues de pronto, una crisis ha demostrado que podemos ser igual de eficaces desde el ordenador de casa. Que las reuniones se pueden hacer por skype, que la formación puede ser online y que los servicios se pueden vender y comprar por internet.

No digo que sea perfecto, nada sustituye el trato humano y lo que aporta pertenecer a un grupo de trabajo, pero lo cierto es que, si podemos compaginarlo con la familia, para muchas personas puede ser una alternativa importante.

Una asignatura pendiente

Pero ahora que vamos camino del desconfinamiento o la desescalada, como se ha denominado, nos damos cuenta de que para volver a la realidad necesitamos que alguien solucione nuestros problemas de conciliación. Los niños tienen que volver al cole y nosotros a nuestros trabajos, que se dé el curso por terminado no viene a arreglar una realidad en la que muy difícilmente contaremos con otros recursos como academias, campamentos, ludotecas o servicios de canguro.

La incertidumbre no ayuda ni a nivel empresarial, ni a nivel personal. Necesitamos realidades y plazos claros a los que poder acogernos para retomar nuestra maternidad pero también nuestra vida profesional donde la dejamos. No sé, si entre los 23 ministerios que cuentan que tiene este gobierno, hay alguno, que quizá podría preocuparse de esto.

¿Hay alguien ahí?