lunes, 21 de marzo de 2016

La paradoja de la imposible conciliación



Decía Tagore en sus Pájaros Perdidos que “la vida es un don que nos ganamos al dar”. Quizá esta frase sea un bálsamo para millones de padres y madres que a lo largo de las últimas generaciones han compaginado trabajo y familia. Trabajar es una necesidad, y también un bien para la sociedad pero… ¿qué debería ser educar a un hijo? 

Desde que internet revolucionó nuestras vidas han ido proliferando los blogs de maternidad, paternidad, educación y crianza. No todos dicen algo interesante pero muchos son un auténtico catecismo de la conciliación. Mujeres y hombres que desde que se levantan hasta que se acuestan dejan testimonio en las redes sociales de su cansancio, su angustia, su ilusión, sus logros, su trabajo, su maternidad o paternidad, etc. 

Las pioneras en la conciliación
La incorporación de la mujer al entorno laboral ha traído grandes cambios. Nuestras abuelas lo hicieron con paso firme y muchas veces con estudios tardíos finalizados a base de empeño y afán de superación. Pues a mediados de los 70, algo menos de cuatro millones de mujeres trabajaban en España. Nuestras madres abriéndose paso con coraje, poniendo la mira en las esferas directivas que, tímidamente, se fueron conquistando. Con una salvedad. Muchas de quienes las ostentaron por valía propia debieron emular a los varones, dejando la crianza de sus hijos a terceros o renunciando a ellos. Adoptando estilos directivos masculinos y exigiendo a sus congéneres los mismos sacrificios ¿Cómo sino se puede compaginar un trabajo exigente, en el que lo damos todo, con las cargas familiares? Cuando leo a las altas directivas decir que conciliar es sencillo, de entrada, desconfío. Y si investigo un poco lo constato: siempre hay alguna renuncia porque lo cierto es que científicamente es imposible estar en dos sitios a la vez. 

Dice María Merino Bobillo en “La mujer en la transición y la democracia” que la incorporación de la mujer al trabajo fue fuerte al principio en mujeres jóvenes y sin hijos. Pero según indica esta investigadora, “desde mediados de los 80, las mujeres de 25 a 49 años son las que más se han incorporado y sin embargo las más jóvenes alargan la formación educativa ante la falta de perspectivas laborales”.  Y es que algo va oscilando en torno a la mujer, el trabajo y la maternidad. Tenemos menos hijos y más tarde, mujeres y hombres cada vez quieren involucrarse más en la crianza. Pero las ayudas a la conciliación se basan en mecanismos y recursos -aún insuficientes- para que alguien se haga cargo de nuestros hijos las horas en que estamos trabajando. Algo falla en esta imposible ecuación que es conciliar familia y trabajo.

Testimonios en la blogosfera
Tímidamente en el mundo real pero sobre todo en la blogosfera están pegando muy fuerte, con miles y miles de seguidores, las opciones que promueven terceras vías para la conciliación. Hablamos de horarios racionales, teletrabajo, trabajo por objetivos, flexibilidad horaria, jornadas intensivas, bolsas de horas, excedencias para cuidado de hijos y, por supuesto, el autoempleo. Esta opción ha sido una salida real, tanto a la crisis como a la conciliación, para multitud de españoles.  Porque lo cierto es que permite una flexibilidad de horarios solo condicionada por las exigencias del cliente, ya no del jefe que solo considera que se trabaja mientras se está “calentando la silla”, sin atender a los objetivos logrados. 

En este sentido, iniciativas como #salpuntual del trabajo del movimiento Mamiconcilia, la reivindicación de unos #horariosracionales por parte de la asociación ARHOE, el surgimiento de la plataforma Conciliación Real Ya o la apuesta por la igualdad en los permisos de maternidad y paternidad, propugnado por PPIINA, son solo algunos ejemplos de que cuestiones que son un clamor en la red en la realidad se traducen en diminutos avances.

Ampliar el permiso de paternidad
Un buen ejemplo es el permiso de paternidad en España. Pocos recordamos hoy que los varones disponían solo de tres días por nacimiento de hijo hasta hace apenas ocho años. Fue la Ley de Igualdad de 2007 la que estableció trece días a mayores a cargo de la seguridad social para los padres.  Y es que hay quien piensa, y cada vez son más, que sin este tipo de medidas la mujer nunca podrá ser igual al hombre en el entorno laboral, por razones obvias. Si no, que se lo digan a la empresaria Mónica de Oriol, que recomendó públicamente evitar la contratación de mujeres en edad fértil, y se vio obligada a renunciar posteriormente a su cargo en el Círculo de Empresarios por la polémica generada. 

 En 2009, el Congreso acordó revisar de nuevo el permiso de paternidad en España y estudiar su aumento a cuatro semanas, pero los dos últimos gobiernos han congelado la medida por razones presupuestarias. La diputada Lourdes Ciuró, de CiU, justificó que la inversión al final ascedería a unos cuarenta millones. Pero lo cierto es que las medidas en favor de la mujer y la conciliación suelen acabar topándose con una misteriosa mano negra en cualquiera de las fases de su desarrollo. 

Quizá en este punto podríamos hablar del tema que realmente es crucial y es ¿quién debe pagar los costes de los hijos? Y es que la sociedad funciona porque todos ponemos algo de nuestra parte para contribuir al bien común. Pero hace falta que seamos corresponsables también en la tarea de criar o educar a los hijos. Y se eviten los deplorables casos de mobbing maternal o acoso laboral por razones de embarazo o hijos a cargo que aún abundan.

La maternidad tardía también conlleva estas cosas. La sobreprotección al bebé y la soledad que sienten muchas mujeres a la hora de conjugar trabajo y familia hace que, en torno a un 40 por ciento, decidan aparcar el trabajo para criar a sus hijos como recoge un informe del Instituto de la Mujer y Comisiones Obreras.  También las dificultades para conciliar hacen que un 51 por ciento de las mujeres que trabajan en nuestro país no tengan hijos. 

Ingenio para conciliar
Las corrientes en torno a la crianza cuentan con cada vez más adeptas y adeptos. Las españolas quieren recuperar el derecho a criar y educar en primera persona que se han dejado en el camino las pioneras en el mercado laboral femenino. Ya no hay que asemejarse a un hombre para tener una carrera profesional de éxito, porque son muchos los ejemplos de mujeres que aportan un importante valor a las empresas. La verdadera conquista sería poder elegir. Que quien quiera educar a sus hijos a través de un tercero pueda hacerlo, pero quien desee involucrarse personalmente en la crianza y educación no se vea obligado a renunciar a su carrera profesional.  En un mundo donde los colegios no acaben a las cinco de la tarde y los trabajadores a las ocho, quizá esto sería conjugable. Donde los niños no tengan más de tres meses de vacaciones y los padres solo uno. O donde los costes de delegar la educación a terceros (ludotecas, academias, guarderías… ) fueran razonables y no tan dispares con el sueldo medio de los trabajadores. 

Entretanto los españoles y españolas con ansias de conciliación suplen con el ingenio. Cuando reciben el horario escolar empiezan las cábalas. Sobre el papel nada encaja, pero con la inestimable ayuda de los abuelos acaba cuadrando cada fin de mes, contando unas cuantas comidas a cargo del colchón familiar. ¿Cuánto ahorran los abuelos en su labor de cuidadores de nietos a las familias? Tanto que los expertos han comenzado a hablar de “doble dependencia”. Así lo afirman Nuria Badenes y María Teresa López en el artículo del mismo nombre publicado en  la revista Ekaina, donde recogen un decálogo de principios que salvaguardar en torno a las personas mayores. 
 
Demasiadas patas para una mesa que nunca va a estar equilibrada mientras cada una de ellas siga siendo desigual. Hablamos de conciliar. Pero ¿dónde está la armonía perfecta entre ser responsables como profesionales, como padres, como ciudadanos? Mientras no se pueda estar en dos sitios a la vez, la única posibilidad de conciliar trabajo y familia está en los tiempos. Y respetarlos o no implica un enorme pacto que depende solo de la concienciación social, política y empresarial. No sé si estamos preparados para ello mientras no sepamos ver el bien común y a la persona por encima de los intereses particulares. Mientras los políticos sigan instrumentalizando las medidas sociales, y tiren de maquillaje en lugar de empeñarse en cambiar las cosas. O mientras el equilibrio entre las mujeres que deciden seguir trabajando fuera y las que interrumpen su carrera para ser madres siga sosteniendo en pie una sociedad en la que unos tienen sus derechos más salvaguardados que otros. Si algún día alguien resuelve esta paradoja quizá la natalidad interrumpa su caída libre, las madres y los padres corran solo para hacer ejercicio o seamos personas más felices y realizadas. Tenemos un gran don, la cuestión es si seremos capaces de compartirlo.

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